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LE JOURNAL SPIRITE N° 85 JUILLET 2011
OBSERVACIÓN
ASTROLOGÍA Y ESPIRITISMO por CATHERINE GOUTTIÈRE

La astrología es la ciencia de los astros. Este término viene del griego “astron” que significa astro y “logos” que quiere decir ciencia. De manera general, es el arte de predecir los eventos de acuerdo con la observación de los astros. Tiene también otra definición que la describe como el arte de determinar el carácter y prever el destino de los hombres por el estudio de las influencias astrales, el aspecto de los astros y los signos del zodíaco. La actividad de los planetas y la situación de los astros en el cielo siempre han intrigado e interesado a los hombres. De esta observación del cielo, ha derivado un movimiento mediante el cual los miembros, los adeptos a la astronomía de hace milenios o los astrólogos de hoy, tratan de dar explicaciones al comportamiento humano, que está vinculado a los fenómenos naturales. Sus versiones populares son los horóscopos de las revistas o las afinidades de los signos del zodíaco. Así, los planetas tienen una influencia cierta en nuestro carácter desde nuestro nacimiento, los cálculos permiten predecir los eventos de un día, de un mes o de un año, eventos que serán los mismos para todas las personas que pertenecen al mismo signo zodiacal. Otros cálculos permiten predecir los eventos del nuevo año para nuestra sociedad o para el planeta. Hoy en día no se puede negar la influencia del entorno natural sobre nuestro modo de ser o de reaccionar. La astrología ayudaría así a comprender mejor nuestro comportamiento y a las personas de nuestro entorno cercano. ¿Qué nos revela el espiritismo? Nos enseña que somos espíritus encarnados en la materia, por tanto que somos perfectibles, es decir que tenemos la posibilidad de crecer intelectual y moralmente por medio de las vidas sucesivas. Y es durante este camino reencarnacionista que se crean y se desarrollan nuestro carácter y nuestra psicología. Nuestro yo, nuestro ego es el resultado de nuestras vidas anteriores, hoy somos pues producto de lo que hemos vivido, tanto en esta vida como en las anteriores. Nuestros temores, nuestras angustias, nuestros deseos, nuestras pasiones, nuestras predilecciones no son resultado de la influencia de ciertos planetas, sino en realidad consecuencia de lo que hemos vivido y de las experiencias que nos han forjado tal y como somos hoy. Además, una carta astral realizada a partir de la fecha de nacimiento de un individuo no puede ser sino falsa, pues en espiritismo sabemos que el espíritu integra la materia en el momento de la concepción y no del nacimiento. Y aun cuando el astrólogo tomara en cuenta este dato, no integraría el conjunto de las vidas pasadas que están registradas en la memoria del espíritu y no en algunos planetas o mapas del cielo. Que se encuentren similitudes en unos u otros es lo más normal, pues unos y otros han podido vivir experiencias similares que no necesariamente son comunes y que dejarán en ellos la misma impresión, lo cual se traducirá, en lo negativo por la misma fobia, por ejemplo, o en lo positivo por el mismo entusiasmo, la misma pasión. Nuestra vida se expresa en acciones diversas que todas tienen consecuencias, ya sea sobre nuestro futuro inmediato, o sobre nuestro futuro a mediano o largo plazo. Sucede así con nuestra vida personal, pero igualmente con la vida de nuestras sociedades, compuestas de hombres y mujeres, que a su vez actúan. Que los caracteres o las situaciones políticas sean puestos en evidencia por un astrólogo, puede ser una realidad. No porque en la circunstancia haya ninguna influencia de planetas y constelaciones, sino por una posible capacidad telepática relacionada con la clarividencia simple. El astrólogo entra en telepatía con las vibraciones cercanas, las capta, las recibe y las expresa por el verbo o la escritura. En la misma forma que el clarividente puede utilizar como soporte para su concentración, una foto, un mechón de cabello o un simple nombre escrito sobre un trozo de papel, el astrólogo utiliza como soporte para su concentración, el mapa del cielo y los diferentes cálculos de cartas astrales puestos a su disposición, para expresar lo que percibe. Nuestro porvenir no depende pues de la influencia de los planetas, sino de lo que hacemos de nuestra vida, de nuestros empeños, de nuestras elecciones o de nuestra inercia, a saber, ser simplemente un espectador o un actor de nuestra vida. Existe sin embargo, y con certeza, una influencia de la luna, satélite de nuestro planeta, sobre el hombre en general. Durante el plenilunio, por ejemplo, al estar la luna y el sol sensiblemente en el mismo eje, actúan concertadamente y las mareas son mayores. Se pueden constatar modificaciones del carácter, el cabello cortado crece más rápido, los partos parecen más numerosos durante esos períodos, etc. La explicación es de orden telúrico. Esta energía, llamada telúrica no tiene nada en común con la teluria de los subsuelos terrestres.
El plenilunio es la fase lunar durante la cual la luna aparece más brillante desde la Tierra pues casi toda su superficie está iluminada por el sol. Por la enseñanza de los espíritus sabemos que la luz de la luna y la de las estrellas es captada constantemente por la roca granítica que cubre gran parte de nuestro planeta. Ese granito está constituido por componentes como cuarzo, mica y biotita. La luz estelar penetra la biotita, se fija en la mica y se refleja en el cuarzo. La energía telúrica que impregna la piedra granítica es beneficiosa para nuestros periespíritus, eso quiere decir que nuestras células periesprituales se benefician con esa energía, energía suplementaria y natural que tendrá influencia tanto sobre nuestro espíritu como sobre nuestro cuerpo físico, y de un modo más importante durante el plenilunio, pero nada más. Para concluir, y ustedes lo habrán comprendido muy bien a través de esta exposición, no hay que hacer comparación o amalgama entre espiritismo y astrología.

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