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                                             DR. STEWART WOLF       

SIQUISMO Y MEDICINA
por SÉBASTIEN DAMIN 

LOS PODERES DEL ESPÍRITU SOBRE EL CUERPO
LE JOURNAL SPIRITE N° 111 janvier 2018
 
Si bien entre las facultades psíquicas existen diferentes potencialidades, que pueden expresarse en uno u otro, hay una facultad que cada uno posee, la de influir sobre su propia salud. Esta facultad es cada vez más destacada en el seno mismo de la medicina occidental que, en nombre de los resultados de sus propios estudios respecto al efecto placebo, se ve confrontada a sus límites. Estos estudios demuestran claramente el predominio del espíritu sobre el cuerpo. Sin embargo, esta idea no es nueva, pues desde hace milenios los médicos se interesan por la unidad del cuerpo y el espíritu. Por ejemplo, en el siglo V antes de nuestra era, Hipócrates ya trabajaba sobre los “humores” de sus pacientes. El espiritismo que vivió su apogeo a mediados del siglo XIX, probando la realidad del espíritu y su predominio sobre la materia, contiene en su esencia esta realidad.

EL EFECTO PLACEBO

La primera experiencia llevada a gran escala y que probaba la realidad del efecto placebo se remonta a la Segunda Guerra mundial cuando el doctor Henri K. Beecher, médico anestesista del ejército norteamericano, se encontró con que se había quedado sin morfina para aliviar los dolores de los soldados heridos. Decidió entonces inyectarles en su lugar una solución de agua salada. Para su gran sorpresa, más de un tercio de los soldados reaccionó como si efectivamente hubiera recibido una inyección de morfina. El artículo que publicaría sobre el asunto en 1955 marca el comienzo de los estudios sobre el efecto placebo. Es difícil dar una cifra precisa respecto a la eficacia del efecto placebo pues éste varía de un paciente a otro, pero igualmente de una patología a otra. Así la jaqueca, los dolores articulares, la artrosis, la depresión o hasta el asma y la hipertensión arterial son más sensibles. Después de haber considerado mucho tiempo el efecto placebo como un problema, ahora la industria farmacéutica pone a prueba la dimensión psicológica que acompaña la toma de medicamentos; así el envase, el nombre, el color y el precio son utilizados para inducir los efectos deseados.

EL MÉDICO, ACTOR DEL EFECTO PLACEBO
La historia del doctor Stewart Wolf, reputado médico norteamericano, cumplida a principios de los años 1960, es bastante significativa. Este doctor controlaba a un paciente afectado de asma crónica desde hacía diecisiete años, cuando un día descubrió en la prensa científica un artículo referente a un medicamento todavía no comercializado, y que parecía tener efectos revolucionarios sobre esta patología. Pidió entonces una muestra al laboratorio farmacéutico. Después de haber tomado este remedio, muy rápido y por primera vez, su paciente ya no tuvo más crisis de asma. Sorprendido por la rapidez de los efectos, el doctor pidió entonces al laboratorio un placebo para comprobar que los resultados no fueran sólo de orden psicológico. Con el placebo, su paciente recayó al cabo de dos días. El doctor Wolf repetiría cinco veces el experimento dando alternativamente el “verdadero” medicamento y el placebo, con los mismos resultados cada vez. Cuando participó al laboratorio sus observaciones, y el efecto muy positivo del medicamento, se enteró de que en realidad no había dado a su paciente más que placebos… ¡desde el comienzo! En el mismo orden de ideas, estudios más recientes indican que para un mismo medicamento, la proporción de buenos resultados conseguidos por los médicos, si ellos son escépticos o entusiastas respecto al remedio que prescriben, varía de sencillo a doble. Estas experiencias establecen claramente la importancia de la relación entre un paciente y su terapeuta, el papel de la convicción del médico en la eficacia de su tratamiento, así como la confianza del paciente en el marco del cuidado que le es propuesto. En virtud de su actitud y sus palabras, la manera de recibir a su paciente, de darle una prescripción, el médico lo sugestiona inconscientemente. Aparece finalmente que la respuesta al placebo depende más de factores contextuales que de predisposiciones puramente individuales y se estima que por término medio, el efecto placebo da el 30% de resultados positivos, tanto para la medicina convencional como para las otras medicinas ya sean éatas naturales o energéticas.

¿TODO EN LA CABEZA? LA CIRUGÍA PLACEBO
Los resultados más espectaculares se han obtenido con la cirugía placebo que consiste en una falsa operación. Se utiliza para la enfermedad de Parkinson y también ha sido probada por un cirujano de Rotterdam sobre las adherencias pelvianas. Éstas se caracterizan por la unión de los tejidos de los diferentes órganos a nivel de la parte baja del abdomen. Todos los pacientes fueron puestos bajo anestesia general. El cirujano quitó las adherencias a la mitad de sus pacientes y a la otra mitad no le hizo nada. Sucedió que al cabo de un año, había una reducción muy importante de las adherencias en los pacientes operados, ¡pero que la proporción era exactamente la misma para los que no habían sido operados realmente! Aquí se ve claramente que el impacto del efecto placebo no es sólo psicológico y que el psiquismo actúa realmente sobre el cuerpo físico. Parece, sin embargo, que estos estudios están más prontos a establecer cuestiones de orden ético y moral que a hacer surgir un verdadero debate de fondo: ¿se tiene el derecho a hacer creer a un paciente que se le operó? Y parece bien que detrás de este cuestionamiento, por supuesto legítimo y necesario, se esconde el deseo de hacer pasar los resultados a un segundo plano. Aguzando un poco el oído, se escucha brotar de manera implícita una preocupación más profunda: ¿cómo se puede osar volver a poner en tela de juicio un saber establecido? En efecto, todos estos experimentos acumulados vuelven a cuestionar fundamentalmente el marco de nuestra medicina occidental, heredada de Descartes, que descansa en la separación del cuerpo y el espíritu, lo cual no complace a todo el mundo.

LA RELACIÓN CUERPO-ESPÍRITU 
Esta cuestión de la relación entre el cuerpo y el espíritu anima toda la historia de la filosofía. ¿Cómo el espíritu, que por esencia es inmaterial, puede actuar sobre un cuerpo material? El espiritismo ha dado la solución, probando la existencia de un tercer componente del ser humano, a saber el periespíritu, cuerpo semi-material, doble etérico del cuerpo físico, que forma el vínculo entre los dos. Demuestra además que es el espíritu el que anima y organiza la materia, y que la salud reposa en el equilibrio entre estos tres componentes. Los pensamientos tienen un impacto vibratorio sobre el periespíritu que llega, por repercusión, al cuerpo físico. Un estado de ánimo negativo creará malos fluidos y originará un desorden físico. “El fluido, es el vehículo del pensamiento, como el aire es el vehículo del sonido. Al crear imágenes fluídicas, el pensamiento se refleja en la envoltura periespiritual como en un espejo. El fluido es pues ante todo el resultado del pensamiento. Si se piensa bien, se consiguen buenos fluidos e inversamente”.
 
AUTORES DE LA ENFERMEDAD, ACTORES DE LA CURACIÓN

Los Espíritus nos confirman que si podemos ser actores de nuestra curación, somos también los autores de nuestras enfermedades: “Todas las enfermedades que afectan vuestros cuerpos físicos son de origen espiritual, pues todos los males que llegan a vuestras envolturas carnales son el resultado de un mecanismo psíquico del que sois los autores colectivos o individuales. Las enfermedades son el resultado de la evolución de los espíritus, de su modo de ser, de su manera de existir, de su comportamiento social, de su estilo de vida, de su sistema alimenticio, de su trabajo diario, y añadiría de sus vidas anteriores. No hay pues ninguna forma de enfermedad que pueda encontrar explicación fuera del comportamiento del espíritu”. Este mensaje nos enseña que la cuestión de la salud encuentra su lugar en el seno de una problemática que sobrepasa al individuo. El peso de la responsabilidad de la enfermedad no hay que llevarlo sólo de manera individual, pues depende igualmente de factores colectivos. La forma de organización de nuestras sociedades y los comportamientos que ésta implica, crean un conjunto de agresiones a las cuales cada uno reacciona de manera singular de acuerdo con su historia y su personalidad.

LA REENCARNACIÓN
En efecto, este mensaje permite considerar al espíritu dentro de una perspectiva más amplia con la idea de reencarnación. Al encarnar, el espíritu modelará su propio cuerpo mediante un mecanismo inconsciente. Sin embargo, en el momento de esa encarnación, el espíritu ya tiene un pasado, una historia rica de muchas vidas que han modelado su psicología. Tiene una evolución que le es propia, traumatismos anteriores, miedos que tendrán una repercusión sobre la manera en la que va a poder construir su envoltura carnal. Los Espíritus nos precisan que si bien no hay que negar la herencia genética de los padres, la fuerza del espíritu sigue siendo ampliamente dominante durante este proceso de construcción. Así, cuando una persona es perturbada por las agresiones de la vida actual, la enfermedad se ubicará allí donde se encuentran las debilidades, y estas debilidades pueden tener un origen antiguo. El objetivo de la terapéutica espírita es llegar a la causa y no sólo al efecto de la enfermedad, esta causa anterior podrá ser revelada por medio de la regresión hipnótica o a través de un médium.

LA AUTOSUGESTIÓN, ÉMILE COUÉ (1857-1926)
Al ver el impacto inducido por el estado de ánimo sobre la salud, se miden todos los beneficios que puede tener el pensamiento positivo, popularizado por Emile Coué. “Todos los días, desde todo punto de vista, estoy cada vez mejor”. He aquí la frase que este último propone a sus pacientes que repitan, veinte veces seguidas, mañana y tarde. Partiendo de la comprobación de que la autosugestión negativa funciona de maravilla, Emile Coué aconseja practicar una autosugestión consciente y positiva. Este farmacéutico y psicólogo conoció en vida una notoriedad internacional, pero sus investigaciones cayeron en desuso luego de su muerte. Hoy en día se ha vuelto a destacar un poco más, ante la explosión de los métodos de desarrollo personal. Su obra La maîtrise de soi-même par l’autosuggestion consciente (el dominio de sí mismo por la autosugestión consciente), publicada en 1922, contiene los principales puntos de su teoría: - Todo pensamiento bueno o malo que tenemos en la cabeza tiene tendencia a realizarse. - Son nuestra imaginación y nuestro ser inconsciente quienes nos hacen actuar y no nuestra voluntad. - Cuando hay lucha entre la imaginación y la voluntad, la imaginación prevalece siempre. - Cuando la voluntad y la imaginación están de acuerdo, hacen más que sumarse, se multiplican. - La imaginación puede ser dirigida gracias a la autosugestión, que sirve para retirar los obstáculos imaginarios que se crean, a fin de realizar los objetivos deseados. Cuando un enfermo está persuadido de su curación, ésta ocurrirá si es posible.

“¡QUE SE HAGA SEGÚN TU FE!”
La imaginación, en el sentido actual del término, es uno de los motores esenciales de la fuerza del pensamiento. Aliada con la fe, la confianza, la convicción y la voluntad, desencadena la puesta en marcha de fuerzas insospechadas que marcan una verdadera huella sobre el cuerpo. Estas fuerzas del espíritu entran en funcionamiento en las curaciones llamadas milagrosas. Consciente de esta realidad, Jesús decía regularmente a las personas a las que él curaba: “Que se haga según tu fe” o hasta “Tu fe te ha salvado”, él, que por su nobleza de sentimientos, sabía despertar en ellas las fuerzas de una dimensión amorosa, portadora de todas las esperanzas. Con eso enseñaba también que nosotros mismos nos ponemos los límites, por falta de fe.

CONCLUSIÓN
Los sistemas de creencias materialistas que nuestra medicina ha heredado, son creadores de límites. Son un freno a la apertura de nuevas posibilidades y nuevas perspectivas. El materialismo es una prisión para el espíritu. Al romper los barrotes de los límites comúnmente admitidos, el espiritismo no nos invita ingenuamente a ocultar las coacciones de la materia, sino que nos muestra la posibilidad de superarlas, en una ruta paciente, construida y pensada, progresiva, paso a paso, vida tras vida. Todo está por hacer. “Para descubrir el espíritu y los mecanismos que lo unen al cuerpo, es indispensable recurrir a la filosofía, a la psicología, a la historia religiosa del hombre, a la realidad espírita, a la reencarnación y, por supuesto, a la composición articulada de un cuerpo periespiritual. Es preciso acabar con el eterno esquema “ciencia y materia”, “espíritu y religión”.” Por ahora, los Espíritus nos revelan que la hipnosis es un muy buen medio para despertar las facultades ocultas que pueden llevar a la curación.

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