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DOSSIER Léon Denis, el apóstol del espiritismo
LA EXPERIENCIA ESPÍRITA DE LÉON DENIS

por VALÉRIE PIERROT
LE JOURNAL SPIRITE N° 89 JUILLET 2012


“Léon Denis fue un experimentador sagaz, hábil, informado y prudente”. Escribió Henri Regnault, uno de sus biógrafos.

El Grupo de la calle del Cygne
Luego de la lectura de El Libro de los Espíritus de Allan Kardec, en 1864 a los dieciocho años, y de las reflexiones que siguieron, Léon Denis decidió fundar, con algunos amigos, un grupo, cuya sede fue la calle del Cygne; un grupo formado por principiantes que obtuvo resultados nulos o insignificantes, según ellos, y con algunos casos de obsesión bastante graves, provocados por entidades maléficas. “Allí aprendí, agrega, cuán peligroso es entregarse a la experimentación espírita sin preparación y sin protección eficaz”. “Como tantos otros, decía, yo buscaba pruebas, hechos precisos que vinieran a apoyar mi fe; pero estos hechos tardaron en venir. Al principio insignificantes, contradictorios, mezclados de supercherías y desengaños, estaban lejos de satisfacerme”. “En efecto, parece que lo invisible quisiera probarnos, medir nuestro grado de perseverancia, exigir cierta madurez de espíritu antes de entregarnos sus secretos”. El Dr. Aguzoly, los señores Rebondin y Page y los hermanos Huault fueron los principales miembros de ese grupo del que se convirtió en secretario. Esta pequeña asociación, reforzada por la presencia del capitán Harmant, que tenía una facultad de videncia, retomó las sesiones con nuevo entusiasmo en la casa del Dr. Aguzoly. Léon Denis, que ya era médium escribiente, desarrolló igualmente la videncia. En estado de vigilia rememoraba escenas impresionantes de la Historia y algunas relacionadas con vidas anteriores. Estos relatos alternaban con las comunicaciones de espíritus familiares, con mensajes de filosofía, mensajes de “Sorella”, su directora espiritual. Las sesiones de la calle del Cygne prosiguieron cada semana hasta 1877.

El Grupo de la calle du Rempart
En 1890, las sesiones de experimentación, interrumpidas desde la muerte del Dr. Aguzoly, se reanudaron con los señores Périnne y Lejeune, venidos a residenciarse en Tours. Espíritas ambos, conocían perfectamente la doctrina, y es con su concurso que Léon Denis puede formar un grupo cuyo médium era la señora Forget, cuyas extraordinarias cualidades medianímicas citará repetidas veces. Este grupo fue uno de los más importantes que tuvo ocasión de presidir y que, durante unos quince años, prosiguió las sesiones, a intervalos más o menos próximos. Había considerado suficiente hacer una sesión cada dos semanas. Había médiums en número de cinco, de los cuales tres de incorporación; siendo los otros además, videntes, auditivos y escribientes. Los principales mensajes dados por los Espíritus eran taquigrafiados y recogidos en registros muy bien llevados que se convirtieron en propiedad de Léon Denis. Los informes taquigráficos, formaron siete volúmenes inéditos, que permitieron comparar los discursos pronunciados y las comunicaciones obtenidas y comprobar, a varios años de distancia, una perfecta identidad de carácter y de visión para cada uno de los comunicantes. “El conjunto, decía, constituye una enseñanza completa, filosófica y moral conforme a los principios expuestos por Allan Kardec”. Cuando Léon Denis necesitaba definirse sobre un punto de doctrina, o cuando deseaba tener un consejo respecto a una acción a emprender, se la confiaba a sus amigos invisibles y la respuesta siempre llegaba clara y satisfactoria. Sólo eran admitidos los miembros del grupo; en cada oportunidad eran quince o veinte. Al principio de cada sesión, el presidente, en la ocasión Léon Denis, hacía una rápida plegaria. Luego se atenuaba la luz y se esperaban las manifestaciones con paciencia y recogimiento. Las sesiones del grupo de la calle du Rempart se terminaron en 1909; pero las reuniones continuaron, en comité íntimo, en la casa de la señora Forget, su vieja amiga, hasta la muerte de ésta en 1917. Aun sin tener ya un grupo donde pudiera trabajar oficialmente, Léon Denis, no dejó nunca de hacer experimentos espíritas. Durante la primera guerra mundial, a través de otros médiums, se le aseguró la protección de los Espíritus y fue informado acerca de las diferentes fases de las peripecias que les pasaban a los ejércitos. Día por día, los Espíritus le tenían informado, con exactitud, sobre la situación y la salida.

Durante una sesión organizada en 1918 con dos damas parisienses, una de ellas resultó ser una excelente médium. La señora Forget vino a incorporarse a esta sesión, como espíritu. Explicó que habiendo visto cuánto sufría su amigo al ser privado de la relación con el más allá, había buscado y terminó por descubrir una médium y le había sugerido la idea de venir a Tours a ver al Maestro.
Experiencias de fenómenos espontáneos Son hechos que se producen de improviso, ya sea fuera de las sesiones, o durante una sesión, sin que se haya buscado provocarlos. Primer ejemplo: “Durante la guerra de 1870, escribió Léon Denis, siendo oficial de los movilizados de Indreet-Loire, fui alojado por algunos días en una amplia y antigua morada, en las afueras del campo de Dompierre donde estaba acantonado nuestro batallón. En la noche, cuando regresaba a mi habitación por las escaleras y largos pasillos, percibía singulares impresiones: soplos y contactos indefinibles me impresionaban. Toda la noche, era importunado por ruidos misteriosos y por vibraciones que hacían estremecer la cama y el piso de madera. Un sargento de mi compañía era médium, una noche de invierno lo llevé a la casa y nos sentamos ambos a una mesa, tratando de penetrar el secreto de aquellas manifestaciones. Pronto la mesa fue sacudida y luego volteada por una fuerza irresistible; los lápices se rompieron y el papel fue desgarrado. Los muros eran sacudidos por golpes y se escuchaban unos ruidos sordos que parecían venir de las profundidades del suelo. Súbitamente la luz se apagó. Un redoble más fuerte que todos los ruidos anteriores hizo trepidar la casa, y luego se perdió a lo lejos, en el silencio de la noche. Antes de dejar aquella casa encantada, nos enteramos de que en otro tiempo había sido teatro de escenas sangrientas”.
Para él, ya espírita, no se trataba de convencerse de la realidad del hecho, sino de ayudar a los Espíritus en turbación que, después de su muerte permanecían cerca de los vivos y manifestaban su presencia por medios primitivos. Quedó libre para buscar un refugio más tranquilo, y habiéndolo
encontrado, invitó al sargento médium y a algunos camaradas para venir a experimentar en común.

Era febrero de 1871.
Segundo ejemplo: “Por mucho tiempo viví en Tours, en una casa donde se oían ruidos de pasos, y golpecitos sobre las paredes y los muebles. Las puertas se abrían luego de que una mano invisible hubiera movido y girado el pestillo. El timbre sonaba sin que se lo hubiera tocado. A veces, en el momento mismo en que un visitante quería tocarlo, se le oía sonar antes de que lo alcanzaran”. Tercer ejemplo: “Era una noche de verano, pero todavía a plena luz del día, cuando, estando reunidos el capitán y yo, en la casa del Dr. Aguzoly, en su consultorio, fuimos testigos de una materialización prometida por los Espíritus desde hacía algún tiempo. Habiendo sonado tres golpes en la pared, apareció una forma humana a algunos pasos de nosotros tres que estábamos sentados en fila, con la espalda vuelta a la ventana. La forma salió de una pared y, deslizándose lentamente sobre el piso, atravesó la habitación para hundirse en la pared opuesta. La parte superior del cuerpo estaba claramente perfilada, pero la parte baja formaba sólo una masa compacta. Los tres estábamos perfectamente despiertos y conscientes, y al intercambiar nuestras observaciones resultaron ser absolutamente idénticas. No nos pareció posible ninguna superchería: las puertas estaban cerradas y no existía ninguna solución de continuidad en las paredes en los puntos donde se había producido la aparición, luego desvanecida. Los Espíritus guías nos dijeron después que ellos se habían servido de un Espíritu al que habían ayudado, sacando los elementos de la materialización de los fluidos ambiente, a fin de asegurar nuestra convicción en la realidad del espiritismo”. 

Escritura directa
Léon Denis afirmó que con frecuencia había obtenido escritura directa, fenómeno consistente en colocar un lápiz en una caja o entre dos pizarras enmarcadas en madera. Se le ponía la tapa a la caja, o se ajustaban las pizarras una contra la otra. Se ataba todo, y, sin ningún contacto, algunas veces se obtenían comunicaciones escritas que eran pruebas reales de identidad. Así, pudo conseguir firmas de personas muertas, absolutamente desconocidas por los asistentes, firmas completamente idénticas a las que los difuntos tenían en vida.

Incorporación
Léon Denis conoció los fenómenos de encarnación (o incorporación). Las guías de Léon Denis y los del grupo que presidía en la calle du Rempart, se habían manifestado con gran frecuencia. Estos guías daban consejos a los asistentes y les precisaban detalles de su vida íntima, estas indicaciones constituían verdaderas pruebas de identidad. También proporcionaban instrucciones llenas de lógica y de grandeza sobre los problemas de la vida y el destino. Se manifestaban todos los tipos de espíritus, especialmente el de Sophie, una ex-vendedora de hortalizas de Amiens que venía a menudo y empleaba el dialecto picardo totalmente desconocido, tanto del médium como de los asistentes. Igualmente, hubo comunicaciones en lengua extranjera diferente de la hablada por el médium y los asistentes que no la conocían. Padres venían a alentar a sus hijos presentes en la reunión; amigos fallecidos evocaban recuerdos de la infancia, los servicios prestados y las faltas cometidas. Exponían su forma de vivir en el más allá, hablaban de las alegrías y los sufrimientos morales sentidos después de la muerte, consecuencia de su manera de vivir en la Tierra. Léon Denis manifiesta: “Varias veces, se suscitaron discusiones de cierta violencia entre espíritus. Dos célebres políticos, adversarios declarados en la Tierra, seguían combatiéndose por boca de nuestros médiums, con una fogosidad oratoria, una rigurosa dialéctica, argumentos de tribuna y de pretorio, y un conjunto de rasgos característicos y picantes, que eran otras tantas pruebas de identidad. Una lucha de voluntades entre uno de nuestras guías y un espíritu obsesor, ambos incorporados, alcanzó niveles épicos”. Había tres médiums de incorporación en la calle du Rempart y, habitualmente, mientras que uno de los médiums era incorporado, los otros no lo eran; a veces las incorporaciones eran simultáneas. Se entablaban entonces diálogos y discusiones entre varios espíritus y el presidente del grupo. Léon Denis escribió cómo fue puesto en relación con su padre fallecido: “Mi padre, fallecido hacía unos veinte años, nunca se había podido comunicar en el seno del grupo cuyos trabajos yo he dirigido durante mucho tiempo, por ninguno de los médiums que allí se han sucedido. Había perdido toda esperanza de comunicarme con él, cuando una tarde, en Marsella, durante una visita de despedida hecha a una familia amiga, una dama, a quien no habían visto desde hacía más de un año, se presentó y se unió a nosotros. En medio de nuestra conversación, se durmió con un sueño espontáneo y, para mi gran sorpresa, el espíritu de mi padre, a quien ella nunca había conocido, se manifestó por ella, dándome las más irrecusables pruebas de identidad y, en una efusión llena de ternura, me expresó las sensaciones y las vivas emociones que había experimentado desde la hora de la separación”.

Videncia
Léon Denis obtuvo numerosos fenómenos de videncia. “En el grupo de estudios que por mucho tiempo dirigí en Tours, los médiums describían apariciones de difuntos, visibles sólo para ellos, es cierto, que aunque nunca los habían conocido y nunca habían visto ninguna imagen de ellos, escuché algunas descripciones que los asistentes reconocían según sus indicaciones”.
Mesa Jerónimo de Praga fue el guía de Léon Denis. Se manifestó primero por la mesa, en 1882, deletreando sucesivamente todas las letras del alfabeto.

Conclusión
Hasta su muerte, Léon Denis siempre estuvo en contacto con el más allá, lo que le dio todo el derecho de aconsejar a sus lectores sobre la manera de experimentar y de proceder para formar los grupos de estudios espíritas. Preconizaba que los miembros del grupo debían elegir entre ellos a un director de sesiones competente; que el grupo debía dar muestras de paciencia, perseverancia, discernimiento, método, regularidad y sentido crítico, y ejercerlos sin cesar para poder juzgar el valor de las manifestaciones; de buen carácter mental; que debía mantener una gran elevación de pensamiento y de corazón y jamás dejarse guiar por el interés. Precisaba que antes de experimentar, había que saber que el más allá no albergaba sólo fuerzas superiores; que allí había también, como en nuestra humanidad, seres poco evolucionados. No obstante ellos necesitaban manifestarse a los vivos, y así podían favorecerse con los beneficios del espiritismo. Estos Espíritus esperaban el momento propicio para satisfacer sus rencores, sus furores, a expensas de experimentadores imprudentes e confiados que, sin precaución y sin reserva, abrían de por en por las vías que hacían comunicar nuestro mundo y el de los Espíritus y que, en ciertos casos, conducían a los médiums a la obsesión y a la posesión. “Entonces es indispensable conocer los peligros a los cuales uno se expone procediendo así. Por consiguiente, sólo deben entregarse a este género de experiencias aquellos que, por sus estudios, han adquirido un conocimiento profundo. Es preciso igualmente, para proceder así, estar animado, al extremo, de sentimientos de solidaridad y bondad”.
 Fuentes: Léon Denis y la experiencia espírita - por Henri Regnault El apóstol del espiritismo - por Gaston Luce

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