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ELISABETH KÜBLER-ROSS (1926-2004), una pionera
LE JOURNAL SPIRITE N° 112 avril 201832


Describiremos la trayectoria de una mujer, la doctora KüblerRoss, pionera en su campo del acompañamiento de los moribundos en el medio hospitalario. Mujer convencida, se atrevió a afirmar la existencia de una vida después de la muerte. En 1975, acepta redactar el prefacio del libro de un joven colega aún desconocido del gran público La vida después de la vida. Esta obra escrita por el doctor Moody se convertiría rápidamente en una best-seller mundial. He aquí un extracto de sus palabras: “… Una búsqueda como la que el Dr. Moody expone en este libro es capaz de aportarnos mucha luz; confirma además lo que se nos ha enseñado desde hace dos mil años, a saber que hay una vida después de la propia muerte. Resalta a la evidencia de su investigación que el enfermo que muere continúa teniendo conciencia de su entorno luego de haber sido declarado clínicamente muerto. Lo que coincide en forma notable con el resultado de mis propias búsquedas, fundadas también en los relatos de enfermos que, después de una muerte clínica, son regresados a la vida…”
Psiquiatra de origen suizo, en 1957, termina con éxito sus estudios de medicina en Zürich y en esta ocasión, conoce a un joven interno; es norteamericano, y cuenta con regresar a los Estados Unidos. Ella lo seguirá y nuestros dos jóvenes tortolitos se instalan primero en Colorado. Elisabeth se especializa entonces en tanatología. Es la rama de la medicina que se interesa en la muerte, y es preciso decir que en esa la época, esta especialidad no atrae al gran mundo. Rápidamente, se da cuenta de que no existe literatura sobre este tema pues la muerte asusta. Es uno de los últimos tabús de nuestras sociedades. Multiplica entonces las entrevistas con sus pacientes al final de la vida. Organiza conferencias y publica su primer libro en 1969 Los últimos instantes de vida que rápidamente se convierte en un éxito editorial. Describe los diferentes momentos psicológicos por los cuales pasan sus pacientes ante el anuncio de su muerte próxima: “En primer lugar, hay el choque ante el anuncio del diagnóstico fatal, luego viene la negación, la cólera, el regateo, la depresión
y finalmente la aceptación de su enfermedad y su desenlace”. Forma entonces a numerosos médicos para un acompañamiento más humano de las personas al final de la vida. Adquiere fama internacional y será origen del desarrollo de las atenciones paliativas (acompañamiento a los moribundos). Apoyados primero por la profesión médica, muchos de sus colegas tomarán distancia. Hasta será tratada de “perturbada” cuando publique los testimonios de personas al final de la vida, que relatan sus experiencias de percepción extra-corporal y su visión en relación con el más allá. Se convence de la veracidad de los diversos testimonios recibidos mientras se acumulan los elementos de prueba. En su libro La muerte es un nuevo sol, ofrece numerosas declaraciones, especialmente de ciegos que habían perdido la vista desde hacía más de diez años. He aquí algunos extractos: “… Estos ciegos que han tenido una experiencia extra-corporal, pueden decirles al detalle qué colores y cuáles joyas llevaban cuando venían a su cabecera, cuál era el diseño de su pullover o de su corbata, y así sucesivamente… Ustedes pueden interpretar muy bien estos hechos si la respuesta no les asusta. Pero si les da miedo, serán como esos escépticos que me han dicho que estas experiencias extra-corporales debían considerarse como el resultado de una falta de oxígeno… Ahora bien, si no se tratara aquí más que de una falta de oxígeno, se la prescribiría a todos mis ciegos. ¿Comprenden? Si alguien no quiere admitir un hecho, encuentra mil argumentos para negarlo. No traten de convencer a los demás. ¡Cuando mueran, lo sabrán de todas maneras!…” En el transcurso de los numeroso acompañamientos de moribundos, Elisabeth ha comprendido que sus pacientes no son víctimas de alucinaciones cuando describen y dan testimonio de entrar en contacto con personas fallecidas como en el caso siguiente. Se trata de una niña afectada por un cáncer y que durante su enfermedad vivió una NDE: “… Una niña de doce años le cuenta a su padre los eventos tan maravillosos que vivió durante su muerte, y que no hubiera querido regresar. Lo particular, fue que su hermano estaba cerca de ella y la había tomado entre sus brazos con amor y ternura. Después de haber contado todo eso a su padre, agregó: ¡lo único que no comprendo, es que yo no tengo hermano! Entonces su padre se echó a llorar y le contó que, en efecto, ella había tenido un hermano que murió tres meses antes de que ella naciera pero que nadie le había hablado de ello…” Cuando se le preguntaba si tenía temor a la muerte, Elisabeth respondía: “¡No, en absoluto! El hecho de preocuparse por la muerte no es una fuga ante la vida, todo lo contrario. La integración de la muerte en su pensamiento le permite al hombre vivir de manera más consciente y más concentrada, y lo resguarda de malgastar demasiado tiempo en cosas sin importancia… La muerte es sólo un paso a otra forma de vida en otra frecuencia. La muerte no es un fin, es más bien un comienzo radiante.
Nuestra vida en el cuerpo terrenal no representa sino una muy pequeña parte de nuestra existencia. La vida no está pues, como lo dice la ciencia materialista, limitada a una sola vida…” En su última frase, Elisabeth evoca claramente la idea de reencarnación, pero eso es otra discusión. Estas palabras fueron pronunciadas durante un programa suizo televisado. Imaginen por algunos instantes la actitud de los demás invitados y del presentador cuando una representante de la profesión médica, conocida mundialmente, concluye su intervención afirmando: “… Esta vida terrenal es más bien una minúscula parte de una existencia individual global que va mucho más allá de nuestra vida en este mundo. ¿No es tranquilizador saber que nuestra muerte no es simplemente el fin, sino que nos esperan cosas maravillosas?…” En vista de los testimonios recogidos, ella describe así lo que denomina el umbral de la muerte: “… En cuanto se ha cumplido el paso del túnel, una luz irradia al final. Y esa luz es más que blanca, es de una claridad absoluta. Y a medida que uno se acerca a esa luz, se llena del amor más grande, indescriptible e incondicional que se pueda imaginar. No hay palabras para describirlo. Cuando se muere, quiero decir morir definitivamente, el cordón de plata se rompe. Después, ya no es posible volver al cuerpo terrenal. Pero de todas maneras, no se quiere volver, pues cuando se ha visto la luz, ya nadie quiere regresar. Y en esa luz se vive la comprensión sin juicio, se vive un amor incondicional, indescriptible… Se comprende que toda la vida en este mundo es sólo una escuela por la que se debe pasar para aprender ciertas cosas. En esa luz, se debe mirar toda nuestra vida terrenal. Se conoce exactamente cada pensamiento que se ha tenido en la vida a todas horas, se conoce cada acto que se ha cumplido y cada palabra que se ha pronunciado. Conocemos todas las consecuencias que han resultado de cada una de nuestros pensamientos, de cada una de nuestras palabras y de cada uno de nuestros actos. Comprenden que son ustedes su peor enemigo, porque ahora deben reprocharse por haber dejado pasar tantas ocasiones para crecer”.

SU TESTIMONIO POST-MORTEM

El 24 de agosto de 2004, partió Elisabeth luego de una larga vida muy plena. Regresó al mundo de los Espíritus; ella que había recogido tantos testimonios, podía finalmente descubrir por sí misma ese nuevo mundo que se le ofrecía. En 2013, se manifiesta por vía de escritura para denunciar el escándalo de las condiciones de vida de las personas moribundas en instituciones. Extracto de su mensaje: “… Deseo informarles acerca del acompañamiento de los moribundos. Siempre fui conmovida por la forma como los hombres consideraban hacerse cargo del fin de la vida. ¿Y qué veo? Veo el abandono, el sufrimiento, la miseria, la sequedad del corazón que deteriora a estos viejos abandonados a su suerte.
Me rebelo contra estas casas e instituciones que hacen pagar a precio de oro esta forma de caducidad. La lógica del provecho siempre ha sido incompatible con el carácter social y humanista del respeto a la vida, del respeto al hombre y su naturaleza. Es un escándalo a ser denunciado, con la complicidad de ciertas autoridades, incluso hasta de ciertas familias, demasiado contentas de deshacerse de objetos engorrosos. No imagináis el sufrimiento engendrado por esa falta de amor. El amor, es aquí una vez más, el motor esencial; es lo que me animaba y aún anima también con frecuencia el corazón de un personal impotente. Amad a vuestros viejos, respetadlos. Son vuestro pasado, vuestra herencia. Son también vuestro futuro, en las reencarnaciones por venir. Es preciso redescubrir un enfoque radicalmente diferente. Es necesaria la política, es necesario lo social, es necesaria la medicina al servicio del humano tal y como se practica ya en ciertos países escandinavos. ¡Cuántas cosas que cambiar, cuántas revoluciones que emprender! Empleo todas mis fuerzas con la ayuda de otros. Hay todavía mucho camino por recorrer. Sed conscientes de esta urgencia también. Mi presencia en el más allá se inscribe en esta preocupación constante del fin de la vida y del encargarse del ser humano antes de que vuelva a los éteres. Durante mi vida, no había integrado totalmente esa noción que es la vuestra, la del espíritu eterno…” Como otros investigadores, Elisabeth Kübler-Ross no tuvo durante su carrera la oportunidad de conocer el espiritismo y por tanto la posible comunicación con sus seres queridos desaparecidos. Esta perspectiva, que no se le presentó, la hubiera abierto aún más a la comprensión del fenómeno de la muerte, tan natural pero todavía tan misteriosa y que produce temor. No obstante, por todo el trabajo emprendido, por su coraje y su humanidad, abrió un nuevo camino en la comprensión de la muerte, de una muerte que nos espera a todos. Se trata de considerar a la muerte como un nuevo nacimiento, como la mariposa que emerge de la crisálida, dejando para siempre su antiguo cuerpo, como se abandona un traje usado, para volar hacia los horizontes de una nueva vida.

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