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EL MITO DE LOS ILLUMINATI
por JACQUES PECCATTE
EDITORIAL

LE JOURNAL SPIRITE N° 87 JANVIER 2012



En el universo de Internet, que tiene sus ventajas y sus inconvenientes, todas las ideas e informaciones, desde las más interesantes hasta las más estrafalarias, han encontrado su forma de expresión, a riesgo a veces de hacer volver la cabeza a las personas más frágiles. Es lo que comprobamos hoy en día respecto a diferentes asuntos, entre ellos este: varios sitios tratan de fantasiosas teorías de complot, basadas en fuerzas invisibles que dirigirían el mundo a expensas nuestras. Los famosos Illuminati están de vuelta, los que en secreto hacían la lluvia y el buen tiempo por su sutil influencia sobre las políticas de los países, sobre las economías, sobre las revoluciones y sobre los conflictos guerreros, pasados o por venir, que serían resultado de sus manipulaciones.
Este viejo tema recurrente que se remonta a más de un siglo, tiene como origen la aparición clandestina de un panfleto titulado Los Protocolos de los Sabios de Sión, realizado en 1901 por Mathieu Golovinski a pedido de la policía secreta zarista. Ese texto quería hacer creer que existía un programa elaborado por un consejo de sabios judíos, para aniquilar la cristiandad y dominar el mundo. Este manifiesto indicaba que desde el siglo XVIII el mundo había estado dirigido por fuerzas oscuras, fuerzas de manipulaciones que encontraban su realidad en estos Illuminati, suerte de agentes secretos indetectables pertenecientes a los judíos y los francmasones. Y por supuesto que se descubrió el pastel, una sabia manipulación, verdadera, la manipulación de las mentalidades basada en el antisemitismo en Rusia y que encontró eco en Francia en momentos del caso Dreyfus, e igualmente basado en la desconfianza hacia la francmasonería. Así, los Illuminati habrían sido los agentes de diversas influencias, a quienes se ha atribuido el hecho de haber fomentado en la sombra todas las guerras y todas las revoluciones, para mantener al mundo en un permanente estado de inestabilidad, para beneficio de los grandes banqueros… ¡Judíos por supuesto! Y no olvidemos que nada menos que Adolfo Hitler se refirió al contenido de los Protocolos en su Mein Kampf para su propia propaganda antisemita. Desde entonces la leyenda de los Illuminati ha seguido circulando y se ha adaptado a las situaciones. Después de haber imaginado que los políticos han sido contactados y manipulados por los Illuminati, se han injertado secretos contactos extraterrestres, pactos con el diablo, y más recientemente se han vuelto a poner al día las teorías del complot (de preferencia judeo-masónico), para explicar diversos eventos trágicos. Por supuesto existen complots, pero, ¿hay que ver por eso manipulaciones de las manos invisibles de estos personajes de la sombra que, por otra parte, jamás dejan rastro alguno de su existencia? A veces pueden existir complots, identificados después de las investigaciones o desbaratados antes de su realización, sin que sea necesario referirse allí a fuerzas oscuras, ocultas y misteriosas.

La influencia actual

Hoy en día, el asunto podría quedar sencillamente como anecdótico, pues el ser humano siempre ha necesitado alguna mitología para soñar un poco, para evadirse y quizás también para expresar sus tendencias paranoicas. Pero estamos ante una manipulación más peligrosa, aunque no parezca, considerando que tuvo cierta influencia durante el período entre las dos guerras, en los medios ocultos cercanos al nazismo. Recientemente, tuvimos oportunidad de medir la influencia nociva de esta mitología entre jóvenes, que han tomado al pie de la letra todas estas supuestas manipulaciones turbias, adaptadas a los tiempos modernos con, por ejemplo, esos misteriosos aviones que, desde la alta atmósfera, sembrarían productos tóxicos para aumentar los efectos del calentamiento climático… acciones criminales ejecutadas por los propios gobiernos, en vista de las permanentes desestabilizaciones del mundo, y si en un caso improbable se necesitara investigar eso, de todos modos no habría sino que ir a buscar una vez más por el lado de los Illuminati. Y eso está bien porque hemos sido informados de cierta influencia sobre una juventud presta a creer todo en su angustia actual, es útil abordar esta cuestión, teniendo en cuenta todos estos sitios de Internet que son tomados muy en serio por numerosos jóvenes necesitados de sueños y de ficción, para escapar de las duras realidades sociales de hoy. Entonces la ficción se vuelve realidad, y en el giro de ciertas conversaciones, hemos podido comprobar hasta qué punto informaciones, que no son tales, pueden despistar y desorientar a una juventud que ya tiene bastante dificultad para encontrar su ubicación en nuestra sociedad. Entonces es muy necesario descifrar todos esos mensajes subliminales contenidos en falsas informaciones, para darse cuenta finalmente de que, sin que sea muy visible, esas fantasías tienen un vínculo que nos hace remontar hasta el sórdido texto de los Protocolos de los Sabios de Sión.
Y ese vínculo que no salta inmediatamente a la vista, puede establecerse de inmediato en cuanto se ve la palabra Illuminati, esa palabra mágica inventada por el autor de los Protocolos. Esta palabra es la clave de todo texto en el cual esté contenida, y debe incitar a la mayor desconfianza, dado que inexorablemente nos vuelve a llevar, aun en forma disfrazada o velada, al viejo complot judeomasónico, y por tanto a un antisemitismo rampante.
Y es allí donde igualmente será necesario evitar la mezcla de géneros: Uno puede a la vez denunciar esas manipulaciones y conservar la legítima libertad de discutir o criticar la política de Israel, de hablar del lobby judío en los Estados Unidos, o de decir que la francmasonería es a veces la antesala del poder. Esos no son entonces más que temas de reflexión o de opinión, sin que por ello se sobreentienda la existencia de un presunto gran complot que se remonta a más de doscientos años. Y si Adolfo Hitler se hubiera servido de este argumento falaz, tendremos la mejor razón para denunciar ese viejo mito que, de manera insidiosa,
influencia aún a ciertas personas, además de que, con la amplia difusión de la red, esas ideas tienen todavía un gran futuro por delante…

Una mala asimilación 

Lo que además es muy molesto para nosotros los espíritas, es que la gente piense con toda naturalidad que estaríamos en la misma onda con todas esas inepcias, ya que ellas encubren su parte de misteriosas influencias de espíritus, dioses del infierno o extraterrestres mal avistados. Por otra parte vemos de cuando en cuando en nuestro foro de preguntas/respuestas en Internet Au-delà des mots (Más allá de las palabras) que, con la mayor naturalidad, la gente piensa que los espíritas seríamos partidarios de esas teorías estrafalarias, simplemente porque con frecuencia somos asimilados a los esotéricos u ocultistas buscando algo sensacional. Es casi el mismo tipo de amalgama que vemos igualmente con las historias de ángeles guardianes, arcángeles y otros espíritus de luz, que para los innovadores espiritualistas son una evidencia, y para nosotros un absurdo. Así pues, hay que recordar sin cesar lo que es el espiritismo, devolverle su verdadera definición, en pocas palabras, volver al sentido común y a la razón, volver a los valores esenciales que son los nuestros a partir de los principios claramente definidos por los espíritus, y eso, desde Allan Kardec.

Concordancia con la ciencia

Pensemos un instante que este mismo Allan Kardec había adoptado, sin vacilar, las tesis evolucionistas de Charles Darwin y de Alfred Russel Wallace al momento mismo en que éstos publicaron sus teorías. Se había adherido a los últimos avances de la ciencia de su época, queriendo con ello dar al espiritismo una imagen de ciencia y filosofía en conformidad con los avances intelectuales y científicos de su tiempo. Si hubiera hecho falta que el espiritismo fuera la creación de una nueva mitología, hubiera estado entonces en contradicción con las leyes universales, esas mismas leyes indicadas por los espíritus y sobre las cuales reposa la relación natural entre dos mundos. No hay, por una parte, un mundo material que responde a las leyes naturales descubiertas progresivamente por la ciencia, y por otra parte, otro mundo que sería sobrenatural y totalmente inasequible a la comprensión humana, porque no hay ninguna razón para que el espíritu, en su estado encarnado y en su estado desencarnado, sea diferente de lo que es en su propia realidad espiritual. Y sobre este punto hacemos una digresión que nos aleja un poco del tema: en espiritismo se han visto desviaciones místicas como en Jean-Baptiste Roustaing, (*) contemporáneo y discípulo de Allan Kardec, que publicó textos mediúmnicos titulados Los Cuatro Evangelios, una de cuyas ideas fuertes era esta: Jesús no se habría encarnado en la carne, sino que sólo habría sido un fantasma materializado, según los principios conocidos en espiritismo de la aparición tangible de un espíritu o de su materialización ectoplásmica. Allí donde Allan Kardec explicaba la personalidad de Jesús, su enseñanza y sus milagros vinculados a la mediumnidad y al magnetismo, Roustaing se ponía en contradicción con el pragmatismo de las explicaciones espíritas. O por lo menos, valiéndose de explicaciones espíritas, inventaba un personaje fluídico que, sin estar encarnado, habría cumplido todo un recorrido de espíritu entre los hombres, un recorrido hecho de apariciones fantasmales eventualmente materializadas. Y aun cuando teóricamente, el fenómeno es posible en manifestaciones de corta duración, hace falta sin embargo el aporte fluídico de un médium humano para hacer eso posible. Se había caído pues en una forma de lo sobrenatural por el poder fluídico de un Jesús que va mucho más allá de lo realizable de acuerdo con la base espírita de la mediumnidad. Eso no era algo especialmente bueno para el espiritismo naciente, y en verdad ni para el de hoy, dada la influencia de Roustaing, todavía muy real en numerosos medios espíritas brasileños.
Y para volver a estos famosos Illuminati, se está frente a la necesidad de lo sobrenatural, cuando se añaden influencias extraterrestres o demoníacas, para retornar mejor a las viejas mitologías que aún fascinan a numerosos humanos. Allí se desarrolla lo imaginario, lo improbable, lo imposible. Pero qué necesidad hay de imaginar lo imposible, cuando se consideran las maravillas de la naturaleza y la inmensidad del universo que, en su grandeza, encubre suficientes sorpresas, incluidos los extraterrestres que sin lugar a dudas existen y de vez en cuando se manifiestan a los hombres, pero que nada tienen que ver con los supuestos complots que a veces se les endosan. La leyenda de los Illuminati ha perdurado en el tiempo, se ha adaptado a las circunstancias de hoy, pero siempre tiene ese vínculo, en su continuidad histórica, con Los Protocolos de los sabios de Sión, leyenda moralmente inadmisible, leyenda que también tiene su parte de sobrenatural; sobre lo cual todavía debemos insistir, para afirmar una y otra vez que el espiritismo se apoya únicamente en leyes naturales, aun cuando no todas hayan sido descubiertas.
(*) Jean-Baptiste Roustaing: decano del Colegio de Abogados de Burdeos, espírita contemporáneo de Allan Kardec. J-B Roustaing fundó un grupo bordelés especialmente con los médiums Emilie Colligon y la Sra. Cazemajoux. La polémica que progresivamente se ha desatado se refiere a la obra mediúmnica titulada Los Cuatro Evangelios o Revelación de la revelación, publicada en 1866. Y fue la referencia al “Jesús fluídico” lo que creó la principal escisión con los espíritas kardecistas, aunque en Brasil numerosos espíritas son a la vez discípulos de Allan Kardec y de Jean-Baptiste Roustaing.
                               

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