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EL DÍA EN QUE EL MILAGRO MURIÓ
RECORDANDO EL LANZAMIENTO DEL “LIBRO DE LOS MÉDIUMS”

  
Milton R. Medran Moreira Brasil Periodista, abogado y escritor. Expresidente de la CEPA – Asociación Espírita Internacional..

Ya no se obran más milagros como antes. Es la victoria del ser humano contra la postración a los mitos y a los dioses. Por milenios, vislumbramos el universo, la vida que en él palpita y todos los fenómenos que los envolvían con determinaciones arbitrarias y voluntariosas de seres igualmente voluntariosos y arbitrarios. Matar el milagro no implica matar a Dios. Todo lo contrario. Este tiene su concepto ampliado, su infinita sabiduría reconocida y la justicia de sus leyes acatada, en la medida en que comprendemos que no necesitamos que revoque las leyes que Él mismo estableció para dar fe de su propia existencia. El milagro solo es milagro porque contraría las leyes de la naturaleza. Por eso mismo, escasean a medida que el ser humano se adentra en las leyes que explican el universo y su origen, la conciencia y sus potencialidades, y el propio ser humano en sus dimensiones físicas y psico-espirituales.

Los hechos otrora tildados de milagrosos abandonan paulatinamente el mítico mundo de lo sobrenatural para habitar en el aún fascinante y cada vez más rico dominio de la naturaleza.
Hace 158 años, el día 15 de enero de 1861, se emitía en París el acta de defunción del milagro. Al mismo tiempo, se reafirmaba la dignidad y el potencial humanos. Se integraba así el psicohombre en el concierto armonioso del universo inteligente. Con la edición de “El libro de los médiums”, obra de Allan Kardec, que salió a la luz en aquella fecha, la conciencia humana ganaba fueros de universalidad, al vencer la muerte y mostrarse capaz de interactuar con otras conciencias ya despojadas del elemento material.

 ¿Acaso fue un nuevo descubrimiento? ¿La eclosión de un fenómeno nunca antes visto? Ciertamente no. Fue tan solo el replanteamiento de un elemento cuya existencia fuera reconocida en todas las culturas y estuviera en la base de todas las creencias: el espíritu. Hasta entonces, el alma o espíritu humano eran percibidos como algo puramente transcendente, una chispa sin forma ni voz, una abstracción solo compatible con el dominio de lo sobrenatural, cuyos portales se abrían con la muerte.
 El libro de Allan Kardec plantea el espíritu como la propia vida, la conciencia en su integridad y plenitud, incluso fuera de los límites corporales.

En pocas palabras: vida es conciencia, y conciencia es el móvil de toda la acción inteligente del universo. La obra anterior del mismo autor, “El libro de los espíritus” (París, 1857) ya había definido el espíritu como “el principio inteligente del universo”.  A casi 160 años del lanzamiento de “El libro de los médiums”, la propia física, concebida entonces como la más materialista de todas las ciencias, realizó aproximaciones interesantes entre la espiritualidad y la ciencia, a la vez que coloca la conciencia (¿por qué no decir el “espíritu”?) como causa y síntesis de toda la realidad universal.  

Traducción: Conchita Delgado Rivas CIMA - Caracas


TOMADO DE: EVOLUCIÓN 2ª ETAPA REVISTA DE CULTURA ESPÍRITA SEP/DIC 2019
 


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