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 SEPULTURAS PREHISTÓRICAS EN IRLANDA                 

DOSSIER
ESPIRITISMO Y RELIGIÓN
LAS RELIGIONES ANTIGUAS
por EMMANUELLE PÊCHEUR
LE JOURNAL SPIRITE N° 104 avril 2016


Quedamos asombrados al comprobar hasta qué punto son diversos y variados los enfoques religiosos por el mundo, pudiendo una misma creencia dar nacimiento a multitud de otras ramificaciones. El pórtico de Wikipedia sobre las religiones permite darse cuenta de esta profusión de cultos. Entonces no evocaremos aquí más que algunas religiones antiguas, anteriores a las religiones monoteístas (llamadas abrahámicas) que son el judaísmo, el cristianismo y el islam. Veamos pues los enfoques espirituales de la humanidad a través de los tiempos, antes del monoteísmo. En sus comunicaciones, los Espíritus no han dejado de aclarar nuestra reflexión sobre el progreso del pensamiento humano en materia de creencias y religión. En un primer momento, definamos la religión: “La religión puede ser comprendida como las maneras de buscar y/o encontrar respuestas a las preguntas más profundas de la humanidad. En este sentido, se relaciona con la filosofía. Pero también puede ser sinónimo de supersticiones. Puede ser personal o comunitaria, privada o pública, vinculada a la política o deseando liberarse. También puede reconocerse en la definición y la práctica de un culto, de una enseñanza, de ejercicios espirituales y de comportamientos en sociedad”. Es difícil saber con precisión cómo nuestros antepasados entendían y se explicaban el mundo, es decir cuáles eran sus conceptos de la creación, la vida, la muerte… Estudiando los rastros que nos han dejado, uno puede hacerse una idea de sus creencias por los ritos funerarios, las estatuillas y las representaciones pictóricas. No obstante, comprobamos que estas concepciones metafísicas no han cesado de evolucionar en el tiempo, paralelamente al avance mismo del pensamiento humano. Un largo mensaje, dado por un Espíritu en 1985 en el seno de nuestra asociación, será nuestro hilo conductor que aporta un nuevo punto de vista sobre las creencias humanas. He aquí el comienzo de sus palabras: “Desde su encarnación, desde su llegada al globo terráqueo, el hombre tiene el sentimiento de su devenir espiritual. El de las cavernas ya lo había presentido y vislumbrado en el culto acordado a la muerte. La naturaleza espiritual del ser humano, que ha sido pensada por la fuerza divina, amorosa y creadora, sabe recordar en su instinto de vida, el sentido de esta vida en la grandeza de su eternidad. No existe período en la historia del hombre sobre el globo terráqueo, que no evoque en un momento u otro la reflexión metafísica del espíritu encarnado en la materia…” “La angustia metafísica ha continuado persiguiendo su obra, y la interrogante de la muerte se ha seguido planteando para el hombre a través de los milenios…. Entonces, las creencias han sido las primeras respuestas a la angustia metafísica. Nacieron entonces las supersticiones. Nacieron entonces las representaciones de la angustia, las representaciones gráficas de la permanente interrogante del ser humano temeroso ante la muerte, ante esa detención total, brusca y repentina de los sentidos físicos que parece paralizar los cuerpos para la eternidad, y que trae el miedo a lo que todavía no conoce…” “Ustedes no sabían, eran los recién llegados a este globo, necesitaban el soporte de la imagen, necesitaban el soporte de la creencia, necesitaban proyectar la sombra de la muerte sobre una pantalla de imaginerías popularizadas en el interior de su historia, necesitaban, más que filosofía, más que mito y religión. Así aparecieron las primeras creencias, cercanas a los elementos del universo, cercanas al viento, cercanas a las tormentas, cercanas al fuego, cercanas al agua, y para cada uno de estos elementos, fue necesario inventar un poder supremo, un comando directivo, un Dios para cada cosa; el mundo antiguo es la expresión directa de ello. Así nacieron en este globo las religiones politeístas. Tenían, en su tiempo, necesidad de ser, respondían a las interrogantes del momento”.

LAS RELIGIONES DE LA ANTIGÜEDAD 
Así, encontramos muchas antiguas religiones que corresponden a esta percepción del mundo. He aquí algunas.

Mesopotamia

En esta histórica región del Medio Oriente (actual Irak), los hombres inventaron la escritura hacia el 3000 a. J.C. Se han encontrado tabletas de arcilla sobre las que estaba grabada la historia de los dioses. Cada ciudad de Mesopotamia tenía sus propios dioses protectores, cada uno de ellos desempeñando un papel en la organización del universo. El dios An creador del cielo y del universo, su hijo Enlil señor del viento y el dios de las aguas Enki; estos tres dioses, los más importantes, estaban rodeados por otras divinidades como Adad dios de la tempestad o hasta Shamash el dios sol. Estos dioses de rostro humano eran inmortales, todopoderosos y su inteligencia era muy superior a la de los hombres, pero se parecían a los hombres: comían, bebían, amaban y se casaban; reñían, mentían y combatían si llegaba el caso.

El antiguo Egipto (3150 a. J.C. a 30 a. J.C.)
En el pensamiento egipcio, los dioses formaron la Tierra y establecieron un orden armonioso (Maât) que permitía al milagro de la vida realizarse día tras día. Era solamente al faraón, descendiente de los dioses, a quien correspondía la tarea de asegurar la perennidad de esta armonía, y combatir las fuerzas del mal que continuamente trataban de romperla. El faraón era el único intermediario entre las divinidades y los mortales. El papel fundamental del sacerdote era suplir al faraón en la realización material de los numerosos cultos diarios a través de todo el país. Entre todos estos dioses estaban Amon Ra dios del sol, Osiris dios de los muertos, Isis diosa de la vida y madre ideal. Para los egipcios, el templo no era sólo un lugar de oración, era la morada terrenal del dios. Los dioses habían elegido habitar allí en forma de la estatua divina y los sacerdotes velaban por su bienestar mediante ofrendas y ritos del culto. Sin embargo, hacia 1360 a. J.C., el faraón Amenophis IV trató de imponer un dios único, Aton, dios del Sol. Después de su muerte, fue restablecida la antigua religión, pues los egipcios permanecían apegados a sus dioses tradicionales.

La Grecia antigua

A pesar de las querellas que oponían a las diferentes ciudades griegas, ellas compartían las mismas creencias representadas por un conjunto de relatos maravillosos, los mitos, que explicaban el origen del mundo y de los hombres, y narraban las aventuras de los dioses y las diosas. Cada ciudad honraba a su dios protector y le consagraba un templo. Al principio, eran los narradores que cantaban sus hazañas, acompañados por un ejecutante de cítara. El poeta Homero, los siglos VIII o IX a. J.C. sería el primero en poner por escrito las antiguas leyendas. La Ilíada y la Odisea nos informan sobre las creencias de los griegos.

La antigua Roma
Tan lejos como los documentos escritos nos permiten remontarnos, la religión romana también nos aparece influenciada a la vez, además de las influencias indoeuropeas, por los etruscos y los griegos. Los romanos creían en cierto número de poderes divinos que se vinculaban a un lugar, o bien a una función, como Marte dios de la Guerra (defensa tanto militar, como defensa de las cosechas contra los insectos). Para los romanos, los dioses estaban en el mundo, el cosmos, estaban con ellos: eran o bien aéreos (en el aire) o estaban en los astros. El poder de los dioses inquietaba; era preciso entonces vivir en buena armonía con ellos, reconociendo su superioridad, y por tanto rindiéndoles culto por medio de los ritos. La religión era simplemente la “diplomacia” con los dioses: se buscaba la paz de los dioses. La finalidad del culto no era ni personal, ni en un más allá, sino que era colectiva y terrenal. La “religión” era el conjunto de prácticas rituales cívicas que no buscaba sino el bienestar de la Ciudad. Sin embargo, en paralelo a estas religiones politeístas, en la civilización griega, los pensadores enriquecieron la reflexión de los hombres de la época permitiendo otro enfoque de la creación. He aquí la continuación del mensaje filosófico que evoca esta evolución del pensamiento humano: “En su evolución, el hombre ha hecho entonces otra pregunta, y esta pregunta ya no era la del futuro, ya no era la de la angustia del mortal, sino más bien la de la angustia de la cotidianidad, de la defensa de la vida. Fue entonces cuando aparecieron los primeros pensadores, los primeros filósofos, esos espíritus encarnados en la Tierra para guiar a sus hermanos humanos, para reflejar su cotidianidad, para pensar en la organización de su mundo. Comenzaba a nacer la ciencia, dentro de la efervescencia de las religiones, y sin embargo nacía. A este efecto, el mundo griego aportó a la humanidad de este globo una extraordinaria fuente de reflexiones, conocimientos y descubrimientos sobre el movimiento perpetuo de la vida, dentro del movimiento perpetuo de la materia, sobre el movimiento perpetuo del espíritu divino, dentro del movimiento físico de las esferas del universo”. Antes de continuar con las palabras del Espíritu, veamos otros pueblos y sus dioses.

LOS PUEBLOS NÓMADAS DE EUROPA, LOS CELTAS
Como los otros pueblos de la protohistoria (antigüedad de Europa), los celtas desarrollaron un sistema religioso politeísta. De los ritos religiosos se encargaban los druidas, a la vez sacerdotes, sabios, sanadores, docentes y adivinos. Su saber se transmitía gracias a largos poemas aprendidos de memoria. No obstante es necesario establecer una distinción entre el pueblo celta con sus creencias politeístas y los druidas, espíritus iluminados que tenían conocimientos más avanzados que el resto del pueblo, sobre la naturaleza, la medicina por medio de las plantas, la comunicación con los Espíritus y la visión de lo divino. Esta religión se disolvió progresivamente en la cultura del Imperio romano a partir del siglo I a. J.C., con excepción de Irlanda donde la civilización celta siguió existiendo hasta la evangelización de la isla en el siglo V.

LOS ESCITAS, LOS GERMANOS Y LOS ESLAVOS
Estos pueblos procedentes de varias partes de Europa veneraban a sus propios dioses, relacionados con la naturaleza y su vida cotidiana. Cada pueblo poseía ritos particulares, unos tenían templos y sacerdotes, otros no. Sin embargo, a pesar de toda esta diversidad en las prácticas religiosas, se evidenciaban similitudes como la creencia en un alma humana que sobrevivía después de la muerte; tal era el caso de los escitas y de los celtas gracias a la enseñanza de los druidas. De este pensamiento politeísta emergería progresivamente la idea de un dios único. El mensaje prosigue así: “Fue entonces cuando apareció progresivamente, con el espíritu de Heráclito, la idea todavía mal definida de la unidad de la materia inherente al plasma universal. Curiosamente la unidad de esta materia iba a aportar al hombre una reflexión suplementaria en el descubrimiento de otra unidad, la del autor de la materia, la del padre del universo, la de un Dios único…” Pero en la evolución del pensamiento humano y de los descubrimientos científicos, vería la luz otra dualidad que opone espiritualismo (religión) y materialismo (ciencia). Prosigamos con las palabras del Espíritu: “Iba a nacer el mundo cristiano, estaba naciendo y el Dios de los hombres se convirtió entonces en la única fuerza benéfica creadora, en el origen de todas las cosas, de todas las formas y de todas las vidas. La desgracia de los hombres en el planeta azul, ha querido que se separen en la definición de aquel Dios. Hubiera hecho falta escuchar más la investigación del hombre de ciencia, la investigación del filósofo, más que eso, hubiera hecho falta simplemente seguir el ritmo de la reflexión humana en la observación de la materia circundante y el progresivo descubrimiento de sus leyes. Entonces la ciencia se apartó de la cuestión metafísica. Los representantes de la metafísica (religiosos) lanzaron anatemas sobre los hombres de ciencia. Sobre los filósofos, declararon que su Dios justiciero era también vengador; era necesario temerle y obedecerle en forma ciega…” Fue así como siglos de oscurantismo opondrían todavía Religión y Ciencia, reivindicando cada una, una supremacía sobre la otra. Todavía hoy se enfrentan Espiritualismo y Materialismo, sin aportar ninguno de los dos, respuestas satisfactorias más que para ellos solos, al cuestionamiento existencial del hombre. La visión espírita propone un punto de convergencia que permite la reconciliación entre Ciencia y Filosofía. Pero la afirmación de un Dios único, creador de los Espíritus y de los mundos, el conocimiento completo de las leyes de la naturaleza y de la inmortalidad del alma, son evidencias que aún tendrán que recorrer un largo camino antes de imponerse al conjunto de la humanidad, lo esencial es que estas ideas progresan. La evolución de las conciencias, como lo demuestra la historia de las religiones, es un desarrollo lento, largo y difícil pero sin embargo ineluctable.

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