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DESENCARNACIÓN
JEAN PRIEUR, el apóstol del mundo paralelo
por IGOR MANOUCHIAN
LE JOURNAL SPIRITE N° 108 avril 2017

El pasado 23 de diciembre, Jean Prieur abandonó nuestro mundo a la edad de ciento dos años. Verdadero investigador del alma, es conocido por las múltiples obras que dedicó al esoterismo y la espiritualidad, obras que han ayudado a numerosas personas en su camino personal. Es también gracias a él que conocemos los mensajes de Roland de Jouvenel. También fue gran amigo de Jeanne Morrannier, cuyo tercer libro de mensajes La mort est un réveil (La muerte es un despertar) prologó. Jean Prieur nació el 10 de noviembre de 1914 en Lille, es decir bajo los bombardeos y la ocupación alemana que duró de 1914 a 1918, habiendo sido Lille invadida más tarde, durante la Segunda Guerra mundial, al mismo tiempo que Bélgica. Para su madre fueron años muy duros. La falta de dinero y de abastecimiento, las detenciones, ejecuciones, decisiones tan meticulosas como terribles de la Kommandantur fueron contadas por la señora Prieur en la primera parte de un libro inédito de su hijo: De los años negros a los años locos. En 1925, estaba en el liceo Buffon, luego en 1929, en el liceo Condorcet donde permanecería hasta 1933. Louis Lavelle, su profesor de filosofía en khâgne (clase preparatoria para la Normal Superior), escribió sobre una de sus tareas: “Esta no es una disertación sino una profesión de fe”. Era verdad, Jean Prieur le mostró sus primeros escritos y su maestro le aconsejó moderar su lirismo natural. Ya el año anterior, una joven profesora pasante, la señorita Somme Neil, de anteojos enmarcados en hierro, había condenado su trabajo en estos términos: “Usted lo ignora todo sobre el lenguaje filosófico”. Lo que el culpable tomó como un cumplido… No se preparó para licenciado en filosofía como le aconsejó Louis Lavelle, sino que eligió la escuela de Ciencias políticas, obtuvo su diploma en dos años en lugar de tres y al mismo tiempo mostró un pronunciado gusto por la Historia. 1937 fue el año de su primer empleo como redactor en el Servicio de Formularios para la exposición Internacional de Artes y Técnicas, lo cual le permitió conocer a las celebridades de la época. En 39-40, se hizo profesor de francés-latín (y de filosofía en clases particulares) cuando fue llamado al servicio militar. Justo antes de la ocupación de Burdeos, logró aprobar en junio del 40 un certificado de literatura francesa. En octubre del mismo año, lo completó en Tolosa con un segundo certificado de estudios latinos antes de iniciar un tercero en Lyon, eligiendo la arqueología griega, pues no era muy fuerte en la lengua de Platón que había aprendido completamente solo. En  Lyon, ciudad convertida en la capital intelectual y espiritual de la Francia derrotada, publicó en 1941 Navire pour l’Atlantide (Navío para la Atlántida) donde estaban en germen los principales temas que luego desarrollaría. El libro fue bien acogido en toda la zona libre. En marzo de 1945, se encontraba como redactor del Journal Parlé de la Radiodiffusion Française (Diario Hablado de la Radiodifusión Francesa) donde tuvo como colegas a Paul Guimard y Georges de Caunes.

ENCUENTRO CON GABRIEL MARCEL

El ejército, la radio y la enseñanza, lejos de frenar la inspiración de Jean Prieur, le habían asegurado el tiempo libre indispensable para la continuación de su obra, le habían permitido viajar y conocer personalidades notables. Fue en Austria donde conoció al gran filósofo alemán Hermann de Keyserling quien, perseguido por los nazis, se escondía en una aldea del Tirol y apenas salía de una larga clandestinidad. Luego, en Alemania donde dictaba conferencias sobre el dramaturgo Gabriel Marcel, trabó amistad con él. El dirigente del existencialismo cristiano era muy apreciado por nuestros vecinos germanos. La filosofía de Gabriel Marcel era inseparable de su teatro y fue en la escena donde la proyectó con mayor fuerza. Lejos de la variedad y las nociones abstractas, negó la cualidad propiamente filosófica a toda obra, donde no se pudiera distinguir lo que él llamaba “la mordedura de la realidad”. Pero el verdadero marceliano era bastante más vasto que el verdadero sartriano, englobaba lo visible, tanto como lo invisible, el Espíritu y los espíritus tanto como la materia. Existencialista adelantado a su tiempo, desde 1941 el joven Prior recurrió a la novela (por esa razón Navíos para la Atlántida) a fin de evocar de manera existencial esa tradición esotérica universal que acababa de descubrir. Más adelante, su encuentro con Marcelle de Jouvenel que recibía por escritura intuitiva mensajes de su hijo Roland, verdaderos diamantes del agua más pura, lo confirmó en la certeza de que la Otra Orilla estaba muy cerca de nosotros y podía orientarnos hacia la verdad, el bien y la belleza. Cada vez más se persuadía de que nosotros ya nadábamos en ese mundo de los Espíritus, mundo sustancial, aunque no físico. En La Revue de l’au-delà (La Revista del más allá), creada por Étienne Drapeau se puede encontrar una entrevista con Jean Prieur realizada en 1998. He aquí un extracto: La Revista: La muerte de un ser puede causar a veces un verdadero traumatismo metafísico, como fue el caso de Jeanne Morrannier después de la muerte de su hijo. Usted vivió tal drama, después de la muerte de una joven… Jean Prieur: Es cierto que yo también he sentido esa furia y también esa rebelión contra el Cielo, al que encontraba injusto y cruel. No conseguía resignarme. Ese duelo sobrevino en 1952 y fue sólo cuando conocí a Marcelle de Jouvenel, que me habló de sus mensajes y me los hizo leer, que todo cambió para mí. Viví como una revolución interior que puso fin a once años de cólera y alejamiento de las cosas del espíritu… La Revista: ¿Era un alejamiento profundo?
Jean Prieur: ¡Oh no! Yo nunca he sido ateo. No dudaba de la existencia de Dios, pero sí de su amor. Esta chica tuvo un destino particularmente duro, en efecto: estaba afectada de tuberculosis y en esa época, uno todavía se moría de eso. Su juventud fue extremadamente triste. Iba de sanatorio en sanatorio, esperando siempre la curación. En el momento en que creía estar restablecida, puesto que hasta había retomado sus actividades profesionales, su estado se agravó violentamente y tuvo una agonía extremadamente penosa. Fui muy afectado por esa muerte, sobre todo cuando supe cuán dolorosos habían sido sus últimos días. Si se hubiera apagado tranquilamente, pienso que su partida me hubiera sido menos difícil de sobrellevar. La Revista: Cinco años después de su fallecimiento, durante un viaje a Grecia, usted vivió un momento importante de su vida interior… Jean Prieur: Y que comprendí mucho tiempo después… En ese momento, y eso es bastante curioso, yo estaba feliz. Realizaba un sueño que había tenido desde hacía mucho tiempo: estar en Grecia. Todo contribuía para dejarme un recuerdo perfecto de aquel día: un tiempo espléndido, la belleza del ambiente y yo en la excelente forma de la madurez. Deseaba que las cosas espirituales se me volvieran más accesibles, más concretas. Y fue entonces cuando exclamé en un arranque espontáneo: «¡Sé! ¡Sé! ¡Existe! ¡Existe pues!» Y escuché distintamente a nivel del plexo una voz que decía claramente: «No existe otro Dios que Dios». En lo inmediato, quedé decepcionado, no era la respuesta que esperaba. Han pasado muchos años. Estas palabras han hecho en mí su camino, llevándome finalmente a escribir esta breve historia del monoteísmo que titulé: «Toi, le seul vrai Dieu» (Tú, el único Dios verdadero). Dedicó igualmente un amplio espacio al estudio del espiritismo, escribiendo una obra muy bien documentada sobre Allan Kardec y su época. Jean Prieur también se interesó de cerca por el pensamiento religioso con Muhammad, Profeta de Oriente y Occidente. Muhammad es el hombre que dijo: “Nada de violencia en materia de religión: la verdad se distingue suficientemente del error”. Conoció a pensadores como Jean Guitton, y se apasionó tanto por Swedenborg como por Teilhard de Chardin. Una vida rica, pues, en búsquedas y descubrimientos, de encuentros y amistades, fue así como en 2004 participó con Jacques Peccatte en un programa de radio animado por Jean-Claude Carton (*) en la radio Ici et Maintenant (Aquí y Ahora). Referencias: https://www.youtube.com/watch?v=SIJVgudsti0 Jean Prieur murió el 23 de diciembre de 2016 a la edad de ciento dos años. Fue inhumado el 29 de diciembre en el antiguo cementerio Rueil-Malmaison (Alto Sena). Tenemos un pensamiento para este admirable investigador del espíritu que inspiraba dulzura, inteligencia y respeto, un hombre culto que desde ahora debe estar feliz por visitar ese mundo del más allá, de cuya existencia había adquirido la certeza. n
(*) Jean-Claude Carton, animador de Plus près des étoiles (Más cerca de las estrellas) en la radio Ici et maintenant, murió el 18 de marzo de 2015

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