Translate




    
                                                    CONAN DOYLE

DOSSIER
Léon Denis, el apóstol del espiritismo
CONAN DOYLE Y LÉON DENIS, UN RESPETO MUTUO
por PATRICIA SALIBA

LE JOURNAL SPIRITE N° 93 JUILLET 2013

En su discurso de apertura del Congreso Espírita de 1925 en París, que reunía a los representantes de veinticinco naciones, Léon Denis rindió un vibrante homenaje a los investigadores ingleses y especialmente a Sir Arthur Conan Doyle: “Honremos a estos hombres laboriosos que, con la frente en alto y el alma serena, no han temido enfrentar la opinión hostil, proclamar su convicción y el resultado de sus trabajos. En primera línea, coloco a los sabios ingleses que, desde William Crookes hasta Lodge, pasando por R. Wallace, Myers y Barrett, sin olvidar a nuestro amigo Conan Doyle, han dado tan gran ejemplo. Con frecuencia he citado este ejemplo de los sabios ingleses, y recordado el coraje con que han enfrentado la opinión. Es a ellos a quienes debemos el ver hoy elevarse este magnífico edificio del pensamiento y de la ciencia humana”.
¿Qué tienen en común estos dos hombres que la Mancha separa, uno, prolífico escritor y padre de Sherlock Holmes, el otro considerado como “el apóstol del espiritismo” y sucesor de Allan Kardec? Evidentemente, la defensa de la idea espírita, su profunda convicción y su indeclinable empeño por la difusión del espiritismo y su lucha contra el escepticismo, no podían sino reunirlos.

Nacimiento de la idea espírita
Iniciado con las mesas giratorias entre 1885 y 1888 cuando todavía era médico, Conan Doyle decide efectuar una serie de investigaciones sobre el fenómeno. Se une a la Sociedad de Estudios Psíquicos. Sus detractores le atribuyen esta curiosidad a la pérdida de su hijo menor, Kingsley, en la guerra. Conan Doyle admite de buena gana que ese duelo le ha abierto los ojos sobre otro mundo y que “estos estudios psíquicos, que había proseguido por tanto tiempo, eran de una inmensa importancia y ya no podrían ser consideradas como un simple pasatiempo intelectual o la búsqueda de la continuación de una novela fascinante”. Su certeza está en su experiencia: “Nunca hay un mes, una semana, que no converse con él. ¿Por qué deberíamos temer a una muerte que conocemos por algunos y que es la puerta de indecibles goces?” Desde comienzos de 1916, se dedica esencialmente al tema espírita con su segunda esposa. Organizan conferencias en numerosos países. A las críticas responde incansablemente: “Puedo afirmar solemnemente que en el curso de mi larga carrera como investigador, no recuerdo un solo caso donde se haya mostrado claramente que me había equivocado en un punto grave, donde haya dado un certificado de honestidad a una manifestación que haya sido claramente probada luego como deshonesta. Un hombre crédulo no toma veinte años de lectura y experiencias para ofrecer sus conclusiones”. 

Una lucha sin descanso
Los periódicos más opuestos a la doctrina espírita, como el New-York Times, se estremecieron ante la lectura de un artículo aparecido en noviembre de 1916 en The Light, firmado por Sir Arthur Conan Doyle, convertido en ardiente defensor de la vida después de la muerte. Durante una intervención pública el 11 de marzo de 1920 en el Queen’s Hall de Londres, se mostró impecable en un debate con Joseph McCabe, de la Rationalist Press Association. Para introducir sus palabras, sacó un librito negro: “En este libro, le dijo al público, he anotado los nombres de ciento sesenta hombres eminentes que creen sin ninguna reserva en la verdad de la ciencia espírita. Estos hombres son políticos, diplomáticos, escritores, científicos, militares, ejecutivos, artistas. ¿Debe considerárseles como una partida de bobos? La calidad de algunos adeptos al espiritismo simplemente nos obliga a considerar esta nueva ciencia sin prejuicios desfavorables”. (Coren, 1996, p. 169-170)
Entre 1917 y 1930, publica seis obras sobre espiritismo además de su Historia del Espiritualismo en 1926. Siempre combativo, escribe en la introducción de su libro La Nueva Revelación (marzo de 1918): “A todos aquellos, hombres y mujeres, desde los más humildes, hasta los más instruidos, que durante setenta años han tenido la fuerza de carácter para enfrentar el ridículo o los prejuicios de este mundo, a fin de afirmar su fe en una Verdad suprema…” 

Nacimiento de una amistad 
 La amistad entre Léon Denis y Sir Arthur Conan Doyle nace cuando éste manifiesta el deseo de traducir al inglés Juana de Arco Médium (Léon Denis, 1910) que se convertirá en The Mystery of Jeanne d’Arc (1926). Su correspondencia comienza en 1923, cuando el autor de Sherlock Holmes solicita permiso a Léon Denis para traducir su libro. Ese mismo año, Conan Doyle muestra al público del Carnegie Hall fotografías del cenotafio de White Hall en Londres, tomadas el 11 de noviembre de 1923, día conmemorativo del armisticio. Cada año, desde la guerra, tres minutos de silencio honraban la memoria de los soldados británicos caídos en el campo de honor. Los clisés proyectados muestran varios cientos de rostros que, según Sir Arthur, representan los soldados muertos. Fue por un médium inglés rodeado de espíritas que se obtuvieron tres clisés. El periódico Le Midi, fechado el 12 de abril de 1923, destaca la intensa emoción del público durante esta proyección fuera de lo común. Sir Arthur Conan Doyle no olvida hacer llegar a Léon Denis esos clisés del monumento de White Hall, acompañados por una carta impregnada de respeto: “Le saludo como a un viejo guerrero en batalla y también como a un gran escritor francés”. El 23 de septiembre de 1924, Conan Doyle le hace enviar la fotografía psíquica del Dr. Geley que había sido registrada a las 11 de la mañana en el British collège of Psychic Science, en el círculo Crewe, documento que en la época fue mencionado por las publicaciones espíritas. En la foto, tomada el 24 de julio de 1924, Léon Denis pudo ver la imagen suspendida entre tres personas de Gustave Geley, fallecido nueve días antes. En el prefacio del libro Léon Denis intimo, escrito por Claire Baumard que fue su secretaria durante dieciocho años, Conan Doyle escribe estas líneas en 1929: “Dedico estas páginas a la memoria de Léon Denis, el maestro venerado a quien debo una justa comprensión de la vida y de la muerte”. El retrato presentado expresa, sin duda alguna, su profundo apego y su viva emoción al conocerlo: “Sinceramente debo decir que pocos hombres han producido, en un tan corto lapso de tiempo, una impresión más viva en mi espíritu. Todavía vuelvo a ver muy claramente su espalda sólida y fuerte, su aire majestuoso y su cabeza leonina que recordaban a aquellos viejos sacerdotes celtas o a los guerreros primitivos, figuras notables de un tiempo pasado que le encantaba evocar. Severo pero benévolo, impetuoso pero sabio, emotivo pero reflexivo, tales eran las cualidades tan diferentes que percibía sobre ese notable rostro. Como escritor, me conmueve profundamente… Ahora, me desvanezco para dejar al lector enterarse más íntimamente de la historia terrenal de este hombre superior, historia escrita por quien tuvo tan excepcionales oportunidades de conocerlo y comprenderlo”.
 
Conan Doyle, Presidente honorario del congreso Durante el Congreso Espírita de 1925

Conan Doyle fue invitado como presidente honorario y dictó una primera conferencia en la sala de las Sociedades Científicas ante un numeroso público, y luego una segunda en la sala Wagram. Dos mil personas no pudieron entrar y la prensa de la época mostró su asombro, al comprobar que en París el espiritismo le interesaba a tanta gente. Léon Denis se alegró por esa solicitud de la multitud alrededor de Sir Arthur. En el discurso de clausura del Congreso, destacó una vez más el alcance de la palabra de su amigo del otro lado de la Mancha: “Por último, agradeceré sobre todo a nuestros hermanos ingleses, americanos y de todas las naciones que han venido a participar en nuestros trabajos, y especialmente a Sir Arthur Conan Doyle que ha dado un impulso tan vigoroso a la opinión espírita, y ha hecho resonar en toda la prensa francesa su palabra vibrante y el resultado de sus proyecciones. Nos ha prestado una colaboración que no olvidaremos jamás, y cada vez que quiera regresar a Francia, lo mismo que ustedes, mis Hermanas y Hermanos, serán acogidos de una manera absolutamente sincera y fraternal. Uno a estas palabras, mis respetos a Lady Conan Doyle quien ha querido acompañar al ilustre escritor a través del mundo, porque es en todo el mundo donde ha sembrado el germen de la verdad y la creencia”. A los ochenta años, casi ciego, Léon Denis dirá a la salida del Congreso que ha pasado el tiempo de la impugnación de la idea, dejando lugar finalmente a la discusión, pues él, como Sir Arthur Conan Doyle cuyo coraje admira, han sabido dar la fuerza necesaria a la idea de la inmortalidad del alma, de las vidas sucesivas y de la evolución, para que sea oída y estudiada. Pruebas, ¡siempre las habrá!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario